Corta los calabacines en rodajas de 1/4 de pulgada usando un cortador de mandolina. Coloca las rodajas en un colador, espolvorea con sal y mezcla para cubrir. Deja escurrir durante 30 minutos. Coloca las rodajas sobre un paño de cocina limpio y sécalas.

Precalienta el horno a 400 grados F (200 grados C). Forra una bandeja para hornear de 12x18 pulgadas con papel pergamino.

Calienta el aceite en una sartén a fuego medio-alto. Agrega la cebolla y saltea hasta que esté transparente, de 2 a 3 minutos. Agrega el pollo y cocina hasta que esté ligeramente dorado, desmenuzando la carne en trozos pequeños, de 5 a 6 minutos. Drena y desecha cualquier líquido acumulado.

Vuelve a poner la sartén a fuego bajo y mezcla el chile en polvo, el pimentón, el comino, el ajo en polvo, la sal, el orégano y la pimienta negra. Mantén caliente.

Coloca las rodajas de calabacín en la bandeja para hornear preparada en una capa única.

Hornea en el horno precalentado durante 5 minutos.

Retira los calabacines del horno y cubre con la mezcla de pollo y queso cheddar rallado. Vuelve al horno caliente y hornea hasta que el queso se derrita, de 2 a 3 minutos más.