Machaca aproximadamente 1/4 de las fresas con un tenedor. Mezcla junto con las fresas restantes, el azúcar, el jugo de limón y la ralladura de limón en un tazón mediano. Reserva para macerar hasta por 1 hora.

Precalienta el horno a 450 grados F (230 grados C). Forra una bandeja para hornear con papel pergamino.

Bate la harina, el azúcar, el polvo de hornear y la sal juntos en un tazón grande. Mezcla la crema, los huevos y el extracto de almendra en un tazón aparte.

Corta los cubos de mantequilla fría en la mezcla de harina usando un cortador de masa hasta que la textura se parezca a arena mojada. Haz un pozo en el centro y vierte la mezcla de crema; dóblala suavemente con una cuchara de madera hasta que se forme una masa desordenada.

Voltea sobre una superficie ligeramente enharinada y amasa unas cuantas veces hasta que la masa se una. Extiende hasta tener 1/2 pulgada de grosor. Dobla la masa por la mitad y luego en cuartos, y extiéndela nuevamente hasta un grosor de 1/2 pulgada. Repite el doblado una vez más.

Usando un cortador de galletas de 3 pulgadas y teniendo cuidado de no girar el cortador en la masa, corta 12 redondeles y colócalos al menos a 2 pulgadas de distancia en la bandeja para hornear. Pincela la parte superior de los bizcochos con mantequilla derretida y espolvorea con azúcar granulada.

Hornea en el horno precalentado hasta que estén dorados en la parte superior, de 10 a 12 minutos. Retira del horno y deja enfriar en una rejilla.

Mientras los bizcochos se enfrían, prepara la crema batida. Combina la crema espesa, el azúcar glas y la pasta de vainilla en el tazón de una batidora de pie. Bate a velocidad media hasta que se formen picos firmes, aproximadamente 4 minutos.