Ralla las manzanas en un bol y mézclalas con el jugo de limón.

Agrega la mantequilla y el azúcar moreno a una sartén a fuego medio-alto. A medida que se derrite la mantequilla, revuelve la mezcla y agrega la manzana.

Cocina, revolviendo, hasta que las manzanas estén doradas y casi todo el líquido se haya evaporado, aproximadamente 5 minutos. Transfiere a un plato, deja enfriar y luego refrigera hasta que esté muy frío, aproximadamente 20 minutos.

Separa la masa hojaldrada, sin descongelar, en 4 rectángulos. Cubre 2 rectángulos con la mezcla de manzana fría y extiéndela hasta los bordes.

Reparte uniformemente aproximadamente 2 onzas de queso cheddar rallado sobre cada rectángulo, reservando unas 2 onzas para la parte superior. Coloca los rectángulos restantes encima y aplasta. Congela durante 10 a 15 minutos.

Precalienta el horno a 425°F (220°C). Forra una bandeja para hornear con una alfombrilla de silicona o papel pergamino.

Corta cada rectángulo en 6 tiras, retuerce cada tira y colócala en la bandeja para hornear. Cubre con el queso cheddar restante y espolvorea con sal.